miércoles, 30 de abril de 2014

Aunque llegue el Invierno…


El frío jamás apagará el ardor que ha nacido en mi corazón
desde que mi mirada se encontró con la tuya,
a partir de ese instante me has acompañado en infinitos sueños
en cada uno de mis silencios y anhelos
sabes bien sin darte cuenta, lo que necesito para ser feliz.

Yo te prometo que aunque llegue el Invierno
y amenacé con marchitar cada uno de mis deseos en la madurez
jamás podré borrar de mi memoria el sonido de tu voz
ni dejaré que desaparezca la imagen de tus manos y tu sonrisa
que tanto me reconfortaron hasta en mis vanas ilusiones.

Bastante puede ser el tiempo que tenga que pasar
para quitarme el color de las mejillas y colorear con la nieve mis cabellos
y aún así nunca será suficiente para hacerme olvidar tus ojos
que fueron como dos estrellas en el cielo de mi corazón,
junto a ti descubrí quién podía ser en verdad.

Puedo decirte que aunque llegué el Invierno
con intenciones de congelar cada atisbo de mis sentimientos por ti
estos jamás llegarán a morir ni aunque se me desvanezca la vida misma
pues solo en tu figura y en tu espíritu
he encontrado refugio para todas mis ensoñaciones.

Eres como la brisa que infunde pasión a cada una de mis esperanzas
te has vuelto la flama capaz de encender todos mis impulsos
no quiero despertar el día de mañana y darme cuenta de que no estás a mi lado
pues de hacerlo me sumiría en la más profunda desesperación
y estaría apartándome de todas mis alegrías.

Si yo me muero


Amor, si yo me muero
vos no te mueras conmigo,
el mundo aún necesita
de tu risa y tus suspiros.

No temas por mi alma
ni por si acaso he sufrido,
yo cuidaré cada noche
de tu sueño interrumpido.

Y cuando estés bajo el cielo celeste
yo estaré volando en el viento,
escalando por tu frente
y jugueteando con tu pelo.

En las tardes lluviosas
mandaré con pasión de amante
un beso en cada gota
que caerán hasta tocarte.

Y cuando al fin salga el sol
e inunde todo el cuarto,
en la piel será el calor
que irradiaban nuestros cuerpos.

Y cada árbol serán mis brazos
extendiéndose hacia el cielo,
y cada hoja que se caiga
un sueño y un anhelo.

Las aves que te canten
una dulce melodía,
serán mi voz transformada
por la divina alegría.

Y ya no tendré un cuerpo
que limite mi amor,
estaré allí a cada momento
envolviendo tu corazón.

No habrá ya despedidas
ni más horas de espera
porque estaré siempre contigo
de cualquier manera...

Por eso amor mío, no llores,
yo ya no sufro ni opino
y que otro día te enamores
no tiene que ver conmigo.

Ahora dirás que ¡nunca!
que no hay otro amor en tu alma,
pero si un día encuentras un ángel
que te devuelva la calma,
no te preocupes vida mía,
es el amor el que salva.

Igual yo estaré en el aire,
en las nubes y en el agua,
llevándote perfumes
y la esperanza en cada alba.