Observando
las últimas gotas
de
la lluvia en un frío invierno,
recordé
en aquellos instantes
que
aún te sigo queriendo.
Y
vinieron de pronto a mi mente
como
el despertar de un sueño,
mil
mariposas volando
a
convencerme que es cierto.
Inútil
y en vano fue
el
intentar ocultarlo,
los
sentimientos traicionan
y
eso no puedo negarlo.
Al
mirarte el corazón
me
golpeó más de la cuenta,
y
no te pude ni hablar
como
maldita sentencia.
Miré
tus ojos de mar
y
quise perderme en ellos,
y
me vino a la memoria
mi
vida que aún te quiero.
Pero
la cruel realidad
me
llegó con un lamento,
que
ya es muy tarde y lo sé
y
aún te sigo queriendo.
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