tu no te mueras conmigo,
el
mundo aún necesita
de
tu risa y tus suspiros.
No
temas por mi alma
ni
por si acaso he sufrido,
yo
cuidaré cada noche
de
tu sueño interrumpido.
Y
cuando estés bajo el cielo celeste
yo
estaré volando en el viento,
escalando
por tu frente
y
jugueteando con tu pelo.
En
las tardes lluviosas
mandaré
con pasión de amante
un
beso en cada gota
que
caerán hasta tocarte.
Y
cuando al fin salga el sol
e
inunde todo el cuarto,
en
la piel será el calor
que
irradiaban nuestros cuerpos.
Y
cada árbol serán mis brazos
extendiéndose
hacia el cielo,
y
cada hoja que se caiga
un
sueño y un anhelo.
Las
aves que te canten
una
dulce melodía,
serán
mi voz transformada
por
la divina alegría.
Y
ya no tendré un cuerpo
que
limite mi amor,
estaré
allí a cada momento
envolviendo
tu corazón.
No
habrá ya despedidas
ni
más horas de espera
porque
estaré siempre contigo
de
cualquier manera...
Por
eso amor mío, no llores,
yo
ya no sufro ni opino
y
que otro día te enamores
no
tiene que ver conmigo.
Ahora
dirás que ¡nunca!
que
no hay otro amor en tu alma,
pero
si un día encuentras un ángel
que
te devuelva la calma,
no
te preocupes vida mía,
es
el amor el que salva.
Igual
yo estaré en el aire,
en
las nubes y en el agua,
llevándote
perfumes
y
la esperanza en cada alba.
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